Cuando se utilizaban los antiguos aperos de labranza y la fuerza motriz de las caballerías para moverlos, el oficio de guarnicionero estaba muy extendido. De los varios artesanos guarnicioneros que ejercían su profesión hace algunas décadas en la villa de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), Manuel Francín era el único que, a pesar de estar jubilado, realizaba en el año 2011 en su taller algunas tareas puntuales propias de su profesión.
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