SEÑOR DE SIPAN - MARIO OROZCO CÁCERES
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SEÑOR DE SIPÁN.
PRELUDIO.
En el Reino Moche ni bien raya la aurora el perro viringo asoma su cabeza, a lo lejos la naturaleza parece murmurar orlada de un canto de aves exóticas, el olor a tierra mojada va azuzando a más espíritus. De punta y talón más pies van hurgando la tierra, la algarabía crece…De súbito, el silencio se hace inminente, los danzantes caen al suelo. El Señor de Sipán apunta con su cetro el cielo y el pueblo moche se levanta.
INVOCACIÓN.
En el sórdido silencio de la huaca "El Brujo", solo se percibe una difusa sensación de la vida mochica. La inquietud, el dolor y la fe son la llama votiva ante el insoslayable sino de la vida.
A pocos metros la procesión avanza muy quedamente, los prisioneros son llevados en literas por sus compañeros de infortunio; va cayendo la tarde.
En la huaca el Siec invoca a Naylamp. La inquietud, el dolor y la fe se equilibran, se vislumbra el sacrificio.
En el sórdido silencio de la huaca "El Brujo", el nimbo de la vida abandona su danza ante la diosa de las tinieblas que lo extingue sin contemplación.
Un vaso keros es expuesto ante el Señor de Sipán.
DANZA.
Después de una larga faena de caza y pesca el gran banquete está por comenzar.
Un venado, patos, peces, choclo, papa, yuca y camote son expuestos, por el séquito, ante el Señor de Sipán.
Los músicos van quitando polvo aporreando sus líticos instrumentos.
La música comienza con un palo de lluvia en primer tiempo; el grito guerrero jubiloso de triunfo, el canto de aves exóticas y el retumbar de pies y tambores se fusionan en total sinfonía nativa.
El silencio inminente vuelve otra vez... El Señor de Sipán levanta de pie el banquete. La danza ha terminado.
PRELUDIO.
En el Reino Moche ni bien raya la aurora el perro viringo asoma su cabeza, a lo lejos la naturaleza parece murmurar orlada de un canto de aves exóticas, el olor a tierra mojada va azuzando a más espíritus. De punta y talón más pies van hurgando la tierra, la algarabía crece…De súbito, el silencio se hace inminente, los danzantes caen al suelo. El Señor de Sipán apunta con su cetro el cielo y el pueblo moche se levanta.
INVOCACIÓN.
En el sórdido silencio de la huaca "El Brujo", solo se percibe una difusa sensación de la vida mochica. La inquietud, el dolor y la fe son la llama votiva ante el insoslayable sino de la vida.
A pocos metros la procesión avanza muy quedamente, los prisioneros son llevados en literas por sus compañeros de infortunio; va cayendo la tarde.
En la huaca el Siec invoca a Naylamp. La inquietud, el dolor y la fe se equilibran, se vislumbra el sacrificio.
En el sórdido silencio de la huaca "El Brujo", el nimbo de la vida abandona su danza ante la diosa de las tinieblas que lo extingue sin contemplación.
Un vaso keros es expuesto ante el Señor de Sipán.
DANZA.
Después de una larga faena de caza y pesca el gran banquete está por comenzar.
Un venado, patos, peces, choclo, papa, yuca y camote son expuestos, por el séquito, ante el Señor de Sipán.
Los músicos van quitando polvo aporreando sus líticos instrumentos.
La música comienza con un palo de lluvia en primer tiempo; el grito guerrero jubiloso de triunfo, el canto de aves exóticas y el retumbar de pies y tambores se fusionan en total sinfonía nativa.
El silencio inminente vuelve otra vez... El Señor de Sipán levanta de pie el banquete. La danza ha terminado.
